La expresión ciudadano, nos evoca
necesariamente a la figura humana y a la ciudad, pero principalmente al ser
humano sistémico, conformado por, principios, apegos, taras, sentimientos,
cumplidor de normas, reconocedor de las diferencias, de la complejidad, de la fealdad
y de la belleza del otro y de sí mismo, que convive necesariamente en un entorno
y contexto de ciudad contemporánea, influenciada por la sociedad del
conocimiento; Este, urdimbre hombre_ ciudad, que nos enseña el filoso
estagirita Aristóteles en su libro primero de la Política, como un Zóon
politikon cuyo significado literal es "animal social o específicamente
animal político" hasta nuestros días, ha pasado por diferentes
estadios, como en el periodo de Alejandro Magno, quien lo concibe como un ser
culto expansor de esta cultura, o como lo expresa Rousseau en libro del Emilio "La
educación del hombre natural que vive en el estado de sociedad, ... Su
individuo lo es todo para el hombre de la naturaleza, es la unidad numérica, el
entero absoluto, que sólo tiene relación consigo mismo, mientras el hombre de
la ciudad es la unidad fraccionaria que determina el denominador, cuyo valor
expresa su relación con el entero, que es el cuerpo social...", o aquel
que es definido desde las constituciones de los estados en sus diferentes
formas de gobierno, pero se me hace importante resaltar para nuestro lector el
periodo histórico de la Revolución Francesa y las revoluciones Americanas,
puesto que fue en ellas donde aparece la noción de ciudadano poseedor_ejecutor
de derechos políticos como son la participación en la elección de sus
administradores y su auto elección, igualmente de derechos sociales, culturales
y los jurídicos aquellos que nos iguala ante la ley sin la importancia de
credo, política, raza o condición económica.
Históricamente el concepto ciudadano se ha
matizado consecuentemente por el desarrollo e incidencia de éste en las civilizaciones
o por los periodos correspondientes; ejemplo de ello fue el de la polis
griega o en los civitas de los romanos, donde ser ciudadano era sinónimo de libertad. En
la edad antigua en Grecia donde nace la democracia, la condición de ciudadano
era excluyente, ya que se debía ser varón y contar con una edad determinada
para el ejercicio pleno del derecho (con voz y voto en las asambleas), esto
para ser considerado ciudadano de derecho, mientras que
el menor y la mujer eran considerados ciudadanos de hecho (sin voz y voto
en las asambleas). Muy a pesar que la economía del Estado descansaba en los
esclavos quienes eran seres humanos no considerados personas, ni mucho menos
ciudadanos.
Para Sócrates lo importante era ser
buen ciudadano (hoy indiscutiblemente, es lo que necesitamos),
representado en las obras de su discípulo Platón
la Apología… Sócrates, acusado,
enjuiciado y condenado a muerte por impiedad
y corrupción de la juventud, es decir; por no cumplir las normas y las
costumbres regladas, también en el Critón, se expone el planeamiento de
escape de la cárcel para así evadir la condena a muerte, pero éste se niega,
pues como ciudadano debe acatar las leyes, ya que, si no lo hace podría llevar
a la destrucción de la ciudad. Logrando con ello un hombre excelente de una
ciudad bien gobernada. Para Platón en su República perfecta, ya
debía existir una armonía perfecta entre los ciudadanos, presidida por la
justicia además de clasificar al ciudadano en tres clases, según su
predominancia y otra división asimilada a nobles metales así: para los
gobernantes denominados hombres de oro, cuya característica
principal era la prudencia, los guerreros, hombres de plata, caracterizados por
la valentía y los artesanos, comerciantes y agricultores, hombres de bronce,
caracterizados por la moderación. Para Aristóteles, la ciudad era
considerada como un organismo vivo. El fin es la vida buena y la felicidad en general,
donde el ciudadano es de buenas costumbres, haciendo distinción de virtudes
éticas del buen ciudadano y las virtudes éticas del buen gobernante. En la edad
media durante el periodo del feudalismo se le da una nueva connotación al
ciudadano al clasificarlo piramidalmente así: Siervos, Vasallos y Señores, la
relación entre estos, generó tal polémica que la conocemos como doctrina
de las dos espadas o de ambas espadas, la cual no ha tenido solución
muy a pesar de lo expresado por Jesús de Nazaret “dad a Dios lo que es de Dios y al
César lo que es del César”.
En la edad moderna la persona y el ciudadano
se matizan con las teorías del contrato o pacto social, o el llamado contractualismo,
se hace relevante la capacidad de sujetarse a una obligación, y la capacidad de
generar normas de convivencia humana adecuadas a la vida de la sociedad, sus
exponentes representativos Thomas Hobbes, quien en su obra El Leviatán,
expone la teoría del contrato social basado en el poder, inspirador del estado
absolutista fundamentado en el poder policial y militar para imponer la paz y
la convivencia de los que están en guerra, asumiendo que el ser humano está en
constante conflicto con el otro para lograr el poder, de modo que el hombre
sería un depredador “el hombre es lobo para el hombre – Homo homini lupus”. Jhon Locke,
inspirador del estado liberal, donde se garantiza la libertad y las propiedades
de todos lo que lo conforma. Jean- Jacques Rousseau, influyente
en la revolución francesa, expresa que el hombre es bueno por naturaleza pero
la sociedad lo corrompe. En su obra El contrato social, contradictorio a
la teoría de Hobbes, ya que parte de la paz y precisamente con la sociedad es
que surge la guerra, de tal forma que la ocupación de los asociados que
constituyen el Estado será restablecer la paz originaria, haciendo posible la
igualdad, predecesor del Estado Democrático. Immanuel
Kant, con su imperativo categórico “obrar de tal forma que la máxima de tu
acción pueda proponerse como querida por todos los seres racionales”.
Inspirador de la sociedad de Naciones.
En la edad contemporánea, el ciudadano toma
mayor relevancia, es el significativo de la sociedad, conforma el núcleo
fundamental, la familia, vive en un mundo globalizado, donde los estados que
conforman este mundo rinden culto al ciudadano, por ejemplo en Colombia que se
fundamenta un Estado Social de Derecho, cuyo ideal es poner en práctica los mínimos de justicia, reconociéndole no solo derechos civiles y políticos sino
también derechos sociales. Como le
expresa Cortina “El Estado Social de
Derecho consiste en incluir en el sistema de derechos fundamentales, no sólo
las libertades clásicas, sino también los derechos económicos, sociales y
culturales: la satis- facción
de ciertas necesidades básicas y el acceso a ciertos bienes fundamentales para
todos los miembros de la comunidad se presentan como exigencias éticas a las
que el Estado debe responder”. Por su parte Habermas afirma que; “las personas en virtud de su socialización se
particularizan hasta convertirse en individuos, de manera que la moral no puede
proteger lo uno sin lo otro: los derechos del individuo sin el bien de la
comunidad a la que pertenece”.
Por lo anterior expuesto, se debe tomar la iniciativa
de ser un ciudadano activo, que ejerza con alto sentido de responsabilidad el
compromiso político más no el politiquero, ejerciendo la participación en
proyectos democráticos, que se transformen en tangibles para la sociedad, que
construya y reconstruya constantemente el orden social justo e incluyente y no
en sueños y promesas de estómago o de mentes afincadas que busca el bienestar
personal (hoy abundan en nuestro gobierno), entonces se hace necesario que usted
cambie y tome conciencia de lo trascendental que eres para la sociedad actual y
las futuras, que sin aplicar el derecho, desde lo ético no podrá
visionarse una ciudad justa, no justiciera, cumplidora de sus fines, no medio
para cumplir intereses particulares egoístas, fuente del buen vivir;
ahora si lo estás haciendo felicitaciones y recuerda que todo es susceptible de
mejorar.
2 comentarios:
El fin del ensayo, en sí es despertar al ciudadano y "aquel que no conoce su historia, esta obligado a repetirla".
Muy buen recorrido por la historia, profesor Diaz.
Si puede haber un autor que no me cansare de leer es al filosofo Immanuel Kant... Siempre lo recomiendo en cuestiones de Libertad e Igualdad, Derecho y Moral, Ciencia y Religión.
Un científico integral digno de leer, estudiar y reflexionar; gracias por nombrarlo en tan efusivo ensayo.
Carlos Pérez
Estudiante de Derecho
Excelente aporte, mirando al ciudadado desde sus comienzos, y muy interesante saber un poco de cada uno de nuestros grandes filosofos, que marcaron la historia con sus pensamientos y descubrimientos.
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